martes, 23 de junio de 2015

"Hay momentos, nos dicen los psicólogos, en los que la pasión por el pecado, o por lo que el mundo llama pecado, domina hasta tal punto nuestro ser, que todas las fibras del cuerpo, al igual que las células del cerebro, no son más que instinto con espantosos impulsos. En tales momentos, hombres y mujeres dejan de ser libres. Se dirigen hacia tu terrible objetivo como autómatas. Pierden la capacidad de elección, y la conciencia queda aplastada o, si vive, lo hace para llenar la fascinación de la rebeldía y dar encanto a la desobediencia."

Dorian Gray (Oscar Wilde) también reflexiona, y exorciza sus propios demonios con este libro.

Los "racionaliza"... ya que no puede racionarlos. Una persona dueña de sí, sí puede racionar y racionalizar a un tiempo; un esclavo no. Él mismo es este autómata.

Él mismo (escritor homosexual y alcohólico) no era feliz, y tiene de algún modo motivos melancólicos para escribir. No está aleccionando: se exorciza.

O pues, como deberían ser.

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